Aspecto de la "Patinoire Des Vernets" antes de comenzar el partido.
Las medidas de seguridad fueron en todo momento insuficientes a pesar del riesgo del mismo.
INTRODUCCIÓN
Pero, está claro que no es de recibo, que se utilice el término "afición" para, saltándose todos los límites habidos y por haber, intentar llevar a su equipo a lo más alto, caiga quien caiga, llevándose por delante a quien sea necesario y recurriendo en ocasiones a la intimidación personal en su mayor expresión.
Algo parecido a esto sucedió el 26 de Marzo de 1991. Ese era el día elegido para disputarse la gran final de la Recopa de Europa de Baloncesto. Los rivales, el PAOK de Salónica y el CAI Zaragoza. El escenario, el pabellón "Patinoire Des Vernets" en Ginebra (Suiza), no parecía el lugar idóneo para albergar el definitivo encuentro que iba a decidir quien iba a ser el nuevo campeón de la Recopa, campeonato este, que contaba en su palmarés con equipos de gran nivel como lo habían sido el Pallacanestro Cantú (hoy llamado Bennet Cantú), el Real Madrid, Bennetton de Treviso o F.C. Barcelona. Estaba en juego el orgullo y el honor de pasar a la historia del baloncesto europeo junto a estos históricos clubs.
Trofeo acreditativo de Campeón de la Recopa.
LOS EQUIPOS Y FASE DE CLASIFICACIÓN
El PAOK de Salónica contaba entonces en su historial con una liga (1959) y una copa griega (1984). Un bagaje demasiado escaso para un equipo de un país donde el baloncesto se vive tan intensamente. Respecto a su andadura por Europa, los mejores resultados del PAOK estuvieron ligados, precisamente a la Recopa, llegando hasta los cuartos de final en la temporada 1984-1985 y quedando semifinalistas en el curso 1989-1990.
El CAI Zaragoza, a pesar de ser un conjunto con menor tiempo de existencia (fue creado en 1981), ya había dado sobradas muestras de su saber hacer, tanto en la Copa del Rey, siendo campeones en 1984 frente al F.C. Barcelona y en 1990 contra el Ram Joventut, como en la liga española llegando a clasificarse entre los cinco primeros durante cuatro temporadas consecutivas (desde la 1985-1986 hasta la 1988-1989). Además, ya era conocida la formación aragonesa por su buen papel en competiciones europeas, logrando posiciones destacadas en la Copa Korac (semifinalista en 1984 y 1987) y en la Recopa (semifinalista en 1985).
Era por tanto, la primera final europea para ambos clubes. La andadura de estos en la competición comenzó de manera plácida, con claras victorias ante el Sunderland por el lado del PAOK, y frente al Steiner Bayreuth, a cargo del CAI. En la siguiente fase, los cuartos de final, en la fase de grupos se emparejaron PAOK y CAI respectivamente contra el Hapoel israelí y el Estrella Roja yugoslavo. Tras la disputa de las seis jornadas correspondientes, los españoles con 4 victorias y 2 derrotas, pasaba a semifinales como primero de grupo, mientras que los griegos con 3 victorias y 3 derrotas se libraron de ser eliminados gracias a un mejor basket-average.
En el otro grupo, el average final fue lo que perjudicó al Knoor Bolonia, que había sido el último campeón. Pasaban pues a la siguiente ronda el MBK Dynamo y el Cholet.
En semifinales, el CAI Zaragoza obtuvo victorias contundentes ante los franceses del Cholet, primero en la ida por 95-105, y después en la vuelta en casa con un 90-79, que les allanó aún más el camino a la final. Sin embargo, el PAOK tuvo que sufrir hasta el final, ya que a pesar de haber vencido en la ida al MBK Dynamo 95-82, sólo pudieron salvar la eliminatoria por un punto en la vuelta al perder por 75-63, de cualquier forma los griegos lograban el ansiado pase para la final en Ginebra.
INCIDENTES PREVIOS Y DESARROLLO DEL PARTIDO
Y llegamos al gran día, ese 26 de Marzo, en el que a priori debía ser una fiesta del baloncesto. El Patinoire Des Vernets, registraba una entrada de 7.700 espectadores, y aunque el ambiente era enfervorecido y los colegiados Colin Gerrard (Inglaterra) y Stefano Cazzaro (Italia) no daban sensación de imparcialidad, el CAI Zaragoza se presentaba con la moral más alta que nunca. En el conjunto del PAOK de Salónica los jugadores más destacados eran el yugoslavo Bransilav Prelevic,el griego Panagiotis Fassoulas y el norteamericano Barlow. El equipo aragonés, más compensado, contaba sobre todo con los hermanos Arcega, el malogrado Kevin Magee y Mark Davis, entre otros.
En la imagen algunos emparejamientos al empezar el
encuentro, Fassoulas con Davis (12) y Barlow con Magee (9).
Todo estaba preparado para que se pudiera disfrutar de un gran partido, pero las cosas comenzaron a torcerse demasiado pronto.......
Llegaban noticias de que en las horas previas al partidos, la indisciplinada marabunta de seguidores griegos tomaron las calles de Ginebra en un alarde de salvajismo, mostrando un comportamiento cuasi-cavernario, amenazando, avasallando e intimidando a los aficionados zaragozanos hasta el punto de llegar a robarles las entradas asaltándolos navaja en mano.
Así nos contaba el comentarista de TVE,Pedro Barthe, el caos reinante en los
instantes previos al comienzo de la final.
Y no quedó ahí la cosa, ya que seguidamente invadieron el pabellón, saltando a la propia pista con los zapatos de calle dejando la misma en lamentable estado, teniendo que ser rápidamente reparados los desperfectos. Llegaron a ocupar cerca de 1.000 localidades que no les correspondían. Incluso el Secretario General de la FIBA, Borislav Stankovic, tuvo que seguir el partido desde la mesa de anotaciones, ya que su sitio en el palco estaba a recaudo de los hinchas griegos. El CAI Zaragoza estuvo a punto de no jugar el partido teniendo en cuenta la situación que se les presentaba, aunque mediante la promesa del presidente del PAOK, de que no iba a haber ataques personales y ante la amenaza de Stankovic de ser excluidos de las competiciones europeas si no disputaban el encuentro, el presidente del CAI, José Luis Rubio, comprendió que la opción que le quedaba era disputar el choque, aunque las medidas de seguridad parecían nulas.
Los alborotados seguidores del PAOK camparon a sus anchas
y su mal comportamiento quedó impune.
Centrándonos en el partido en sí, todos los temores de los integrantes de la formación española se confirmaban, ya que desde el primer minuto los árbitros iban a estar siempre condicionados en sus decisiones, debido a la presión y al ambiente irrespirable que habían sabido crear la marea helena. No obstante los del CAI controlaron bastante bien la primera parte, con una mayor efectividad en tiros de campo, y aunque en el apartado de triples no estuvieran del todo finos, cierto es que consiguieron mejor porcentaje que su rival.
En todo momento el PAOK puso en práctica su juego bastante indisciplinado y marrullero, personificado en la figura del dorsal número 11, Panagiotis Papahronis, que con sus absurdas faltas puso la nota discordante (si es que no había ya suficiente) al partido. El propio Papahronis, Barlow o sobre todo Fassoulas (4 faltas personales), se vieron en un abrir y cerrar de ojos cargados de faltas personales.
Mientras el dúo arbitral seguía a lo suyo y a medida que pitaban faltas personales al conjunto griego, señalaban inmediatamente después alguna más al equipo español, siempre para compensar. Añadimos,además, el acoso constante que sufría la mesa de anotaciones, siendo asediados por el entrenador yugoslavo del PAOK, Dragan Sakota, y varios integrantes más del equipo. Tanto es así que se tuvo que recurrir a la policía para impedir que se invadiera la mesa con tanta facilidad.
El equipo aragonés se tuvo que enfrentar a la excesiva dureza defensiva de los griegos.
En lo estrictamente deportivo, como decíamos, el CAI, se movió durante la primera parte en ventajas de 3 y 4 puntos, que supo mantener a pesar del día aciago de Mark Davis. En cualquier caso una puesta en escena mucho más ordenada del conjunto aragonés les llevó al final del primer tiempo con un marcador de 31-36.
Manel Comas, entrenador del CAI, llegó a perder los nervios en alguna ocasión, como por ejemplo durante el tiempo muerto que pidió con empate a 21, y que no le fue concedido en el momento necesitado, sino mucho más tarde cuando ya no tenía intención de utilizarlo, negándose a aceptarlo. En numerosos momentos, recogió algunos de los objetos que había sido arrojados a la pista, para llevarlos a la mesa donde se encontraba el Secretario General de la FIBA.
Quedaba todavía la segunda parte y estaba por ver si el partido iba a disputarse en su totalidad. La afición griega había hecho todos los "méritos" posibles para que de ello se dudara.
Dentro del segundo tiempo, el CAI continuó manejando el marcador en torno a los 5 puntos de ventaja, ante un PAOK, que totalmente perdido y descordinado no parecía ser capaz de responder con claridad.
Tenía que suceder algo para que el PAOK reaccionara, y al parecer el talento de Prelevic no era suficiente, pero entonces, efectivamente, ocurrió lo que no hubiéramos querido ver, sobre todo por el bien del baloncesto y por la seguridad de los allí presentes.
El marcador reflejaba empate a 41, cuando Fassoulas cometía la 5ª falta personal, por tanto quedaba eliminado. Este hecho desencadenó una lluvia de objetos al centro de la pista, que hizo que a falta de aún 14 minutos por jugarse, se tuviera que suspender, al menos momentáneamente el partido. Tal fue el revuelo que el propio Fassoulas, tuvo que salir a la cancha para, micrófono en mano, intentar dirigirse a sus seguidores y pedirles calma.
Este vergonzoso parón fué aún más decisivo, ya que aunque el CAI estuvo hasta los últimos minutos con opciones de victoria, nuevamente la presión desde las gradas, con el "bonus" de los sospechosos errores arbitrales en los momentos claves de la final y unido al desacierto y el nerviosismo de los aragoneses y la aparición estelar de Prelevic en los minutos finales, hizo que la trampa y la intimidación fueran del todo eficaces, para que finalmente el PAOK se impusiera por 76-72.
Prelevic, el máximo exponente del PAOK en la victoria final.
Los griegos conquistaban así su primer título europeo, un título que tuvieron perdido la mayor parte del encuentro.
Lo sorprendente de todo esto, no fue ya el hecho de que no se tomara medidas contra el PAOK de Salónica por el comportamiento de los suyos, sino que como "obsequio" final, los seguidores tomaron el trofeo pasándolo unos a otros, hasta romperlo. Sí, el trofeo llegaba a manos del capitán Fassoulas en lamentable estado.
Imagen de Fassoulas recogiendo lo que quedó del trofeo.
VÍDEO - RESUMEN DEL PARTIDO
Después de aquella noche, todavía hoy seguimos viendo cosas parecidas, y nos preguntamos, ¿hasta qué punto es necesario jugar una final, cuando peligra la integridad física de los individuos presentes en ella?, ¿hasta dónde llegan los intereses para que el resultado se decante a favor de uno u otro equipo?, ¿vale todo para ganar?.
Nada más por hoy. Muchas gracias.
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